callada disciplina.
Destrenzándome
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lunes
domingo
Para marcar el límite,
una hilera de palomas
o de huesos.
Para cruzarlo tres
vueltas sobre
la arena, una rama
seca dentro del sol
excavado, indicando
alguna dirección.
Colocaron imanes
en los cráneos
de las palomas:
viajan al frío.
Se posan en las olas
de nieve,
muy quietas,
vuelan por dentro,
quedan varadas en esta
orilla que nunca
existe.
sábado
viernes
Desfrío no es el revés del frío, no es tampoco calor. Es una temperatura en metamorfosis que no existe, que pasa del frío de lo vivo en el límite norte (-25º) a la temperatura estable, algor mortis, de la escucha, de la extrema atención (25º). Que entrega el propio magma para hundirse en el centro solar, en la contemplación de los núcleos escindidos y encadenados de la explosión (15.000.000º). Es el itinerario de un pájaro varado que no puede migrar, que se separa de su bandada para permanecer quieto en el frío, atento a sus crujidos, a sus reverberaciones, a los ensueños de la hibernación, y por fin al cese de la máquina de las imágenes. Lo que vuela a la inversa, excava hacia arriba, se sumerge en lo contraído por escisión. Lo que moja sus plumas en fuego y vuela junto a otras aves separadas (patos abrasados, grullas de luz).
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